¿Quién nos iba a decir hace unos años que Cristina Cifuentes, ahora musa televisiva, sería lavada de sus pecados y renacería más rubia que nunca, resplandeciente como una Venus de Boticelli ? Parte de su filosofía ya había sido expuesta en 2017, y su rubiedad ambiciosamente pasiva en un mundo de hombres, codificada en su recorrido hacia la cima. Así que Cristina Cifuentes es, desde hace unos días, inocente de haber presumido de máster falso y de haberlo exhibido y ondeado a los cuatro vientos, porque ella no sabía lo que hacía. Unas desaprensivas mujeres se entretuvieron confeccionándole un diploma a sus espaldas y, en un momento en que estaba despistada, se lo echaron en la Coca-Cola, con el correspondiente subidón que esas cosas producen : te creces, te envalentonas, hablas por los codos…
Así que el poder judicial, cual coro griego atento a la acción, ha dictado sus pautas de conducta al periodismo de investigación e incluso al sentido común, con una sentencia exculpatoria que empieza a lavar por parroquias al PP del pasado. Por eso no resulta tan extraño ver a los actuales dirigentes, testigos de la defenestración de Cifuentes en 2018 por unas cremas, aplaudir a dos manos su judicial inocencia en el « caso máster ».
Por cierto, el paso siguiente para el desmemoriado líder es mudarse de Génova, y aquí no ha pasado nada. En España todo lo maltrecho (democracia, monarquía, justicia, PP,…) se pega con unas gotas de cola de carpintero, y a correr. Sin embargo, en sus aleteos desesperados, este Jason Bourne de sonrisa granítica ya debería haber aprendido algo de la historia del Valle de los Caídos. El pasado no desaparece con mudanzas sino con medidas y afrontando la realidad de cara.
Aunque el PSOE quiso sacar de allí al abuelo y quitarle hierro al símbolo, sólo fue un golpe publicitario que duró unos días. Borrar la estela de la momia dio paso a la realidad. Sin ir más lejos esta semana se salda con 11 escaños que Vox recoge en Cataluña y una División Azul homenajeada por todo lo alto. Nunca Franco estuvo tan vivo porque nunca en vida tuvo tantos fans libres. La democracia específicamente española permite habilitar la barbarie, y hacerle hueco. Autorizar manifestaciones, eventos, asociaciones, partidos políticos, expresiones que son ilegales en otros países de Europa, conduce, con un nuevo look influencer, a la actualización del mito. De ahí que proliferen los retoños neonazis que en otro tiempo hubiesen puesto los pelos de punta a cualquiera. Hoy, al contrario, a algunos medios les da vueltas la cabeza ante la joven que hizo un remake pasado de revoluciones del « Tomorrow belongs to me » en el homenaje a la División Azul.
A esta democracia le da mucha pereza tocar el pasado : desde levantar cunetas hasta cuestionar a las instituciones. Y pobre del rapero que se exprese al respecto. Esta semana hemos aprendido que hurgar en la herida institucional y constitucional sale bastante caro. Y si no también están ahí para recordarlo las fuerzas de seguridad que siguen a tope de energía. Todo se les da, lo mismo te apalean a una niña en Linares que te dejan tuerta a una mujer en Barcelona.
A todo esto, yo no sé dónde se ha metido una buena parte del llamado gobierno progresista en estos días de democracia orientativa. Muchos hemos estado con el corazón en un puño porque, francamente, poco nos pasa con la cutrez patria que arrastramos y que florece día a día. Y aún no es primavera. Cuídense.
Covadonga Suárez
Nunca Franco estuvo tan vivo porque nunca en vida tuvo tantos fans libres. Share on X