Ya hemos oído de todo y esto no hecho más que empezar. Me gustaría que respirásemos juntos antes de seguir reflexionando, y haciendo crecer en nosotros esa sensación de que mejor deberíamos dedicarnos a la jardinería, o a hacer maquetas. Creo que estas elecciones madrileñas nos han trastocado el sentido de las cosas. Si oímos las noticias : « el fenómeno Ayuso », « el método Ayuso », « el PP de Ayuso », parece que estuviésemos frente a un escenario prerrenacentista. Y no sólo eso, la proyección que pretende el PP arrastra las analíticas en un alarde astrológico-festivo cuando nos cuentan lo que va a pasar en los próximos años con el gobierno de España.
Un momento, por favor. Que hayan rodado cabezas no significa que el tirano tenga razón, ni talento, ni un seguro de vida a todo riesgo. Aquí sólo ha habido elecciones autonómicas, y cuando salieron al balcón Casado, Ayuso, Almeida y Egea, sólo faltó decir que eran los nuevos Beatles. Por cierto, que Abascal está fuera de sí, dándose palmadas en la espalda a sí mismo por haber « limpiado» España en las urnas, ¿se dan cuenta ? Cualquier día nos dirá que él es el más alto, el más rubio y el que tiene los ojos más azules. Y habrá desmayos.
Pero volvamos al fenómeno Ayuso, que es sin duda fruto de una conjunción astral de alto nivel. El encumbramiento de su figura es proporcional a su éxito en las urnas. Un exitazo, cierto, pero no hay que perder de vista que la presidenta de hoy es la misma presidenta de las ayusadas, y la misma que protagonizó el sketch de la cerveza en terraza al final del día con un deje berbenero, la versión cañí de la « relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor ». Si en realidad tampoco ha inventado nada, la despreocupación de la élite disfrazada de carpe diem popular ya es muy antigua. Otra cosa sería compartir esas cervezas en las colas del hambre.
Díaz Ayuso podría montar una tienda de collares con las perlas que ha soltado día a día y hasta hoy. Ya sin entrar en el fondo de la cuestión -suficientemente denunciada y aireada sin ninguna consecuencia-, centrándonos simplemente en lo que hace de ella un producto electoral, empecemos por recordar su rechazo al debate con otros candidatos. El método Ayuso no es premeditado, es libre. « Libertad », nos lo dijo mil veces, ¿recuerdan ? Por eso, más que de estrategia, podríamos hablar de comportamiento o de actitud, algo más genético e intuitivo que un plan o un programa. El éxito reside ahí, en el gesto entre macarra y casual si es para no encontrarse con el ex, o en la sonrisita de niña bien si toca salir en la tele y disimular un renuncio. Porque sabe lo que quiere y eso siempre engancha. Ahora, ¿Saben los madrileños lo que quiere? En todo caso saben lo que quieren. O quizás lo que no quieren.
No quieren a un Iglesias desgastado y perseguido con razón o sin ella, ni a un Ciudadanos vendido y barato. En un momento como este el bipartidismo siempre tiene todas las de ganar, lo que el electorado entiende ya no como un valor seguro sino como un valor tradicional. Lo de « malo conocido… » no era ninguna parida aunque lo pareciese.
Pero no hubo PSOE ni antes ni durante. Se hundió de aburrimiento, inexistente como oposición e inconsistente en campaña. Su volantazo de derecha a izquierda, memorable, todo hay que decirlo, consistió en un primer momento en aliarse con un partido de derechas, hoy desaparecido del mapa madrileño. Ante las calabazas del extinto, la voz de Gabilondo se quebró en aquel «Pablo » de los doce días para ganar, que tenía casi un toque melindroso, a lo «Pedro» de Penélope Cruz en los Oscars pero con la tensión arterial del líder socialista. Parece que el PSOE cuenta devolverlo rápidamente a hibernación, pero la pregunta sería ¿por qué ahora ? si, como nos dicen siempre, la jornada de reflexion es antes y no después.
El éxito del PP consiste en beber de los errores ajenos sin que lo hundan los propios, mientras otros asumen pesos de via crucis, y afrontan las campañas con las balas silbándoles en los oídos, o cuando menos, en el buzón. Por cierto, que el futuro próximo de la izquierda está aún por escribir con el auge de Más Madrid y el nuevo Unidas Podemos, sobre todo a nivel estatal.
Así que de momento vamos a esperar un poco, que aún nos debatimos en la corta distancia que va del frikismo al fenómeno fans como si hubiésemos visto a la Dolorosa de las residencias ganar al poker. Y, mientras, a ver si nos relajamos, que si luego nos sentimos usados el mérito es de todos.
Covadonga Suárez