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Capitalsocialismo

El PSOE actual -y esto no es de ahora- está configurado para ser la alternativa a PP-VOX, pero no marcando la diferencia sino la similitud. Atrás quedaron los bandazos y los cuerpos camaleónicos. La cadena de ADN que luce hoy el partido se ha ido configurando al más puro estilo Darwin donde la supervivencia de la especie se ha enfocado no tanto en ejercer de socialista y obrero como en conseguir el 50% del bipartidismo. O, al menos, así lo han entendido muchos de sus líderes.

El último trazo, flagrante de dinamismo mimético se empezó a dibujar con la llegada a la escena política del hiperventilado Albert Rivera y de Abascal el exterminador. Las versiones yuppie y Western del PP de toda la vida. El mercado se ampliaba y la competencia arreciaba. Con la explosión del procès en 2017, un Pedro Sánchez en la oposición competía con toda la gama de la derecha a ver quién lanzaba la maldición más gorda contra los independentistas.

Tras las elecciones de 2019, demostró holgadamente que se hubiese ido con cualquiera menos con Podemos, pero al final, resignado, recogió las calabazas que le había dado Rivera y se hizo de nuevo de izquierdas. Y le salió bien, a pesar de la resistencia de los poderes fácticos, los bombardeos politicomediáticos a sus socios de coalición, y la oposición acérrima dentro de su propio partido, dinosaurios incluidos. No es ningún secreto que Felipe González y Alfonso Guerra no pierden ocasión de criticar al PSOE y a sus socios, es más, el expresidente declaró mostrarse menos alarmado por ciertas exigencias de Vox que por algunas tentaciones de Podemos. Ese era y es el panorama.

A la manera de Adolfo Suárez lidiando con el descontento y nerviosismo de los militares durante la transición, así Pedro Sánchez empezó su estrategia reclutando un gobierno con un fuerte aroma a derecha. Tenía el formato para encandilar a las masas, y el trasfondo para calmar a los suyos, a la oposición, y al lado oscuro. Así, Robles se ha revelado como especialista en guerras altruistas y espionajes volatilizados, Borrell como sacamantecas antiindepe y tiburón europeísta, Marlaska de sombra implacable en las cárceles vascas ha pasado a cruzado antirrojos a pie de calle… Mientras, republicanismo de boquita para fuera, pero quitando todas las piedras del camino a la Casa Real. Grande. Enorme. Como nunca, este PSOE.

Y ahora americanista, y antiinmigración. Mucho se ha escrito de todo esto, así que no vamos a volver sobre la Expo Mister Marshall 2022, de finales de junio. Sólo recordar que en ese tremendo despliegue también participó el neutral Felipe VI opinando sobre lo malo que es Putin y la maravilla que es la OTAN. Así que ahora a tragar crisis, inflación, y hundimiento de la clase media para proteger el imperio de Biden. El día que Rafa Nadal tire con todo porque no aguante más que le silben las costillas no sé de qué vamos a vivir.

Entetanto estopa y silencio a partes iguales en la frontera de Melilla. Seguimos sin saber nada de las mafias que sirvieron de excusa para que España y Marruecos liquidaran a 37 migrantes. Lo coherente sería ir ahora por el centro de Madrid asesinando prostitutas para acabar con las mafias de trata de blancas, o cargarse a drogadictos para que se echen a temblar las redes de narcotraficantes.

Solo un apunte para el final. Macron, presidente francés y líder de la derecha, con quien al avispado Feijóo le gusta compararse, piensa nacionalizar EDF, la principal compañía eléctrica de Francia. A eso se le llama adelantar a todo el espectro « moderado » plus ultra de España por la izquierda poniéndose sobre dos ruedas.

Pero la particularidad española es no llamar nunca a las cosas por su nombre. Por eso muchos políticos son absolutamente intercambiables. Tengan las siglas que tengan.

Covadonga Suárez

La particularidad española es no llamar nunca a las cosas por su nombre. Share on X

2 comentarios en «Capitalsocialismo»

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