El pasado martes, en el programa « Carne cruda » se organizó el debate que llevaba por título «Las cloacas del periodismo ». El punto de partida era el audio donde el periodista García Ferreras hablaba con Villarejo de dar una noticia falsa elaborada por Eduardo Inda, sobre la financiación supuestamente ilegal de Podemos. El tema del debate era desarrollado a través de las opiniones y experiencias de los periodistas « de izquierdas » allí presentes.
Sin embargo, antes de comenzar, en la introducción de Javier Gallego se realizó una defensa de la libertad de dormir con el enemigo, y de la libertad de Antonio Maestre para hacerlo sin ser linchado. Y, a continuación, presentó una crítica sin concesiones a las cloacas del periodismo, tras escuchar de nuevo el audio de Ferreras y Villarejo. Puede parecer incoherente hacer una valoración opuesta de ambas cosas, sobre todo cuando se sabe que Maestre trabaja para Ferreras, pero esa era precisamente la tesis de fondo del programa.
La primera en intervenir fue Magda Bandera, de La Marea. Comenzó asegurando que no existe el periodismo independiente al 100%, y, partiendo de esa base, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. El autoanálisis y acto de contrición del periodismo progre preparó la entrada de Antonio Maestre que, a pesar de las preguntas que pretendían centrar su intervención, se dedicó a lanzar acusaciones y autojustificaciones como si fueran dos caras de la misma moneda. Volveremos a esto más tarde.
A continuación, Pablo Elorduy de El Salto dio dos pistas interesantes hablando del lenguaje periodístico de la izquierda, y de la singularidad de un medio como punto de partida para definir su postura en oposición a las cloacas del periodismo. Pero, con la intervención de Pilar Velasco y el recuerdo de su artículo en Infolibre « No os levantéis de las tertulias, son vuestras » el debate volvió a escorarse para hablar de la necesidad de la presencia de la izquierda en todos los medios. No se desvió por la idea de participación militante sino por plantearlo como una cuestión de gustos («levantarse de una mesa que no te gusta… »), como si el problema fueran los remilgos de algunos y ya no fuese cuestión de sicarios o cloacas. La orientación del debate se definía.
Después, Magda Bandera, de La Marea, sin acusar a nadie, habló entre otras cosas del complot organizado contra Antonio Maestre, pero en aquel contexto ya madurado, parecía redundar en los señalamientos que había efectuado su compañero, exsubdirector del mismo medio.
Lamentablemente no había allí nadie del diario Público para pararle los pies al interés de Maestre, que planteaba su estrategia de autodefensa -para justificar su participación en el programa de Ferreras- a través de una acusación sin pruebas : según él, el diario Público habría perjudicado a otros medios, como La Marea, llevado por un interés empresarial y comercial para absorver socios, de ahí que su linchamiento en redes le llevase a dejar su puesto en La Marea. Su acusación directa y la justificación de su vínculo con Ferreras, eran lo mismo -no hay mejor defensa que un ataque, dicen-. Casualmente, sus afirmaciones se basaban en información y fuentes que no podía revelar. Vaya. Fe ciega, pedía al oyente para poder crucificar a medios que supuestamente lo habían crucificado a él. Embarulladamente elíptico y desafortunado.
Mucho se habló del periodismo que debe ejercer la izquierda. Pero poco de disidencia, y nada de ética. Y, francamente, se ha echado de menos. Curiosamente, Antonio Maestre, que decía conocer el funcionamiento de su propio entorno ideológico, no se veía a sí mismo como un guerrero desafiante y armado hasta los dientes asestando dentelladas a las puertas de aquel tornado que pretendía engullirle. Sólo en el seno de la izquierda es posible esa ciega urticaria nerviosa que llama a la sangre fratricida, y dicha afección es siempre invisible a los ojos de quien la padece. Un espectáculo bochornoso, tanto en política como en periodismo.
« Las posiciones tienen que ser más matizadas cuando hablas de una empresa en la que trabajas…, bienvenidos al sistema capitalista, señores », dijo Maestre para explicar su casi ausencia de crítica hacia Ferreras. Pues, sí, gracias a ello, ahora ya tenemos más clara la diferencia entre combatir el sistema desde dentro o a la propia izquierda.
Covadonga Suárez
Sólo en el seno de la izquierda es posible esa ciega urticaria nerviosa que llama a la sangre fratricida, y dicha afección es siempre invisible a los ojos de quien la padece. Share on X