La maestría es la cualidad de quien ejecuta algo con arte y destreza. Pero había que darle la vuelta, desviar la atención, girar el término para no detenerse en el hecho mismo y huir de la contemplación escapando hacia adelante. El maestro debía llamarse Stromaë, un cohete lleno de magia, de audacia desbordante, donde los borbotones de ideas eran lanzados como flechas desde su fuente inagotable, ante la avidez ambiente que pedía siempre más. Stromaë era creación pura y se enroscaba en ella como si fuera el alfa y el omega de su día a día, como el suero nutritivo de la luz que daba el tono al conjunto de su propio ser. Ante el prodigio, la oferta se confundía con la demanda, y después de 200 conciertos en un solo año llegó el apagón. En su curriculum, dos álbumes de estudio y una leyenda que siguió creciendo a pesar del silencio.
Stromaë sufría del sídrome del impostor. A pesar de su éxito fulgurante, de su talento indiscutible, no asimilaba sus propios logros. Quizás por ello producía sin cesar, era un creador bulímico y completo en multitud de planos superpuestos. Así llegaron en un primer momento sus « lecciones de Stromaë », especie de pequeños cortometrajes donde explicaba « cómo se hizo » o « cómo se forjó » un tema, en clave de humor, desmitificando al creador y dejándonos entrar hasta la cocina. Como si fuera un juego. Como si el mérito no fuera suyo y cualquiera que tuviese un teclado pudiera hacer lo mismo.
Llegó el album « Cheese » en 2010, más bien electro, y dos años después « Racine carré », más mestizo, más amplio, una cima de sí mismo. Sus extensiones creativas comenzaron a despuntar en un look cada vez más definido en materiales y dibujos vestimentarios. En las estructuras de sus vídeos se apreciaba una implicación visual donde todo era diseño de precisión. Y en lo que se refiere a la teatralización de sus textos, sus transformaciones (o reencarnaciones) fueron éxitos atronadores. Citemos sólo dos ejemplos. En primer lugar el vídeo de la canción « Tous les mêmes ». Aquí Stromaë aparece caracterizado mitad hombre y mitad mujer para poner en escena de manera alternativa y en un tono caricatural, la incomprensión y las barreras entre los dos sexos. En este sentido hay que subrayar su memorable aparición en la televisión francesa, (Canal +, « Le grand journal») representando ese doble papel durante una entrevista y posterior actuación.
El segundo vídeo sería el de la canción « Formidable », rodado a primeras horas de la mañana a la salida de una estación de metro en Bruselas con cámara oculta, puesta en escena de un Stromaë supuestamente ebrio, víctima del desengaño amoroso. Su interpretación fue tal que la gente lo filmaba con sus móviles e incluso en un momento dado se le acercaron unos policías para acompañarlo a casa. Al margen de la puesta en escena en este vídeo habría que hacer un inciso en su temática y en su voz. No en vano la molesta comparación con Jacques Brel se impone desde un principio, y no sólo por tratarse ambos de dos fenómenos belgas. Su forma de frasear el desgarro y la desesperación, lo sitúa muy cerca de su predecesor y de canciones como « Ne me quittes pas » o « Jeff », y de ese desamor decadente de hombre vuelto al polvo entre la humedad de la acera, el alcohol y la madrugada, del gran Brel. Como él, Stromaë cuenta historias, pero, con sólo 25 años ya retrata la distancia insalvable en las relaciones personales y los abismos de la sociedad en canciones como« Alors on danse » o « Te quiero » . Con humor, desesperanza, ironía, y un manejo lingüístico de una soltura tan certera que parece casi evidente.
Musicalmente se puede apreciar en sus composiciones la influencia de la música electrónica (y en especial la new beat, nacida en Bélgica), del hip-hop, y de ritmos africanos y latinos. Pero al margen de sus melodías, y a pesar de brillar en múltiples facetas, quizás su mayor logro resida en saber cantar como nadie las contradicciones de la vida moderna.
Cuando todo terminó, fruto de problemas de salud mezclados con un burnout, Stromaë decidió retirarse y dedicarse a su marca « Mosaërt » -ya creada en 2009- para desarrollar, desde la sombra y a otro ritmo, proyectos en relación con la música, la creación audiovisual y la moda.
La buena noticia es que Stromaë ha anunciado su regreso con un nuevo album este otoño, y una nueva gira. Desde entonces sus fans no han dejado de temblar, y la espectación rompe todos los termómetros. Desde su último disco en 2012… ça doit faire au moins mille fois qu’on a bouffé nos doigts ((«debe de hacer por lo menos mil veces que nos hemos comido los dedos (comido las uñas al máximo)», extracto de la canción «Papaoutai»))
Covadonga Suárez
El maestro debía llamarse Stromaë, un cohete lleno de magia, de audacia desbordante, donde los borbotones de ideas eran lanzados como flechas desde su fuente inagotable, ante la avidez ambiente que pedía siempre más. Share on X